
Jamás se me olvidará la cara que puso mi hijo de 3 años la primera vez que estiró de unas “hierbas” en nuestro huerto y vio que salían… ¡zanahorias!🥕 O cuando cosechamos cherrys juntos, que come más que recoge. O también la risa que le da cada vez que un rebaño de ovejas nos corta el paso camino a casa.
Porque esos momentos son los que de verdad importan.
Pero de lo que realmente quiero hablarte es de que nos hemos venido a vivir al campo y estamos cultivando nuestros propios alimentos. Me fascina tanto ese gran superpoder… Pero no es mérito mío claro, es de la Naturaleza. Yo simplemente le echo una mano. O más bien, un puñado de humus.😉
Así que, temporada tras temporada, estoy intentando mejorar esta útil y satisfactoria capacidad de crear nuestra propia comida.
Alargamos cosechas, sembramos de manera escalonada, protegemos algunos cultivos, conservamos nuestras propias semillas para mejorarlas, cocinamos aprovechando toda la cosecha y conservamos los excedentes para el invierno.
Todo para ser la hormiga (y no la cigarra) en nuestra vida de fábula.
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